No he podido escribir nada desde hace meses, no he tenido la necesidad. El estudio de la arquitectura mantiene mi mente ocupada; no suelo pensar en escribir como un escape o una vía de auxilio silencioso. Pero pican las ganas con fuerza.
A pocos días de una de las entregas más importantes que he tenido hasta el momento, no puedo sino dejar de pensar en todo lo que tengo encima; cosas nimias que trato no me invadan.
Hace meses que cambié, para bien, para mal, no he tenido ni tiempo de pensarlo. No suelo explotar, lo hice. No me arrepiento, no suelo tener agallas para tomar decisiones tan drásticas, pero las hice. No sé si me esta yendo mejor o peor. Tengo que admitir que a veces la tentación es grande. Tengo que admitir que a veces flaqueo.
Mantengo mi mente ocupada eso sí, el estudio de la arquitectura es sin duda mi mayor pasión. A donde me lleve, en donde me deje. Será una de las decisiones más importantes de mi vida, siempre.
Soy irresponsable, lo admito. en estos momentos no puedo asumir la carga de nadie. En estos momentos no me concibo auxiliando a nadie, por que soy sincero aún no puedo conmigo. No tengo la valentía de echarme a los hombros los problemas de nadie, espero no pecar de egoísta.
No es que solo piense en mi bienestar, simplemente quiero recuperar el tiempo perdido, ese amor que no me dí, darme un tiempo a solas. Meditar, leer, estudiar, estar solo un tiempo. Llego a casa con la única motivación de estar solo por fin, un rato al menos, para estar tranquilo.
En estos momento no tengo muchas cosas claras, qué hacer, qué decir, con quién dar a quien culpar.
Tal vez me resguardo en lo profundo de mi carrera, tengo grandes amigos, tengo muchas cosas de las cuales debo estar agradecido. Pero siento aún me falta algo,algo que aún busco, siento que esto no puede terminar así. Que mi vida no puede ser así, esa sola idea no me deja dormir.
Tengo cara de palo, por escribir esto. Me contradigo en cada línea, pero qué se le puede hacer.
jueves, 12 de diciembre de 2013
sábado, 6 de julio de 2013
Clamé
Con largo paso el caminante recuerda, tras aquellas miradas con risa saltona un tiempo aquel del cual no fue partícipe. Aquellas calles, que en su momento le dieron cobijo, se encuentran ahora seníles, en un blanco y negro prolijo.
Un viento me llama, giro en redondo. Una catedral, un instinto, un dolor. Siento, escucho, olvido, rezo, lloro.
Un sentimiento ido, tan solo un segundo, unas horas. Por mi alma pido perdón y me encuentro en el lugar que menos esperé, pero aquel que más me ha confortado jamás.
Tan pronto como llegué sentí no tu presencia, sentía tu ausencia. Sentí que clamaba al dios equivocado; sin embargo me sentí tan aliviado, tan rodeado. Tal vez no eres dios de los hombres, tan solo un hombre, tan solo hombres. Tan solo compañía lejana enredado en un rezo lejano.
No oré, clamé. Clamé por mi alma, por mi ser. Por todo aquello que quiero, por tu ser. Clamé mi ira por la injusticia, clamé por mi suerte y mi infortunio. Clamé por entender, por creer, porque entendí que cuando nada más se puede hacer, solo queda orar. Orar en vano, orar aunque no creas, pero elevar lo aquello que te aqueja al vacío. Un vacío que pueda o no escucharte; pero un vacío que me reconforta.
Clamé por tu vida, clamé por la mía. Con un golpe de pecho y una lágrima lenta, encontré la calma. Encontré a dios, mi dios. Aquel que he creado, aquel que solo a mí me escucha, aquel que cumple mis expectativas.
Elevo mi espíritu, lo dejo suelto. Te elevo, te suelto; pero te rezo ya que poco puedo hacer por ti ahora.
Un viento me llama, giro en redondo. Una catedral, un instinto, un dolor. Siento, escucho, olvido, rezo, lloro.
Un sentimiento ido, tan solo un segundo, unas horas. Por mi alma pido perdón y me encuentro en el lugar que menos esperé, pero aquel que más me ha confortado jamás.
Tan pronto como llegué sentí no tu presencia, sentía tu ausencia. Sentí que clamaba al dios equivocado; sin embargo me sentí tan aliviado, tan rodeado. Tal vez no eres dios de los hombres, tan solo un hombre, tan solo hombres. Tan solo compañía lejana enredado en un rezo lejano.
No oré, clamé. Clamé por mi alma, por mi ser. Por todo aquello que quiero, por tu ser. Clamé mi ira por la injusticia, clamé por mi suerte y mi infortunio. Clamé por entender, por creer, porque entendí que cuando nada más se puede hacer, solo queda orar. Orar en vano, orar aunque no creas, pero elevar lo aquello que te aqueja al vacío. Un vacío que pueda o no escucharte; pero un vacío que me reconforta.
Clamé por tu vida, clamé por la mía. Con un golpe de pecho y una lágrima lenta, encontré la calma. Encontré a dios, mi dios. Aquel que he creado, aquel que solo a mí me escucha, aquel que cumple mis expectativas.
Elevo mi espíritu, lo dejo suelto. Te elevo, te suelto; pero te rezo ya que poco puedo hacer por ti ahora.
martes, 2 de julio de 2013
El estudio de la arquitectura
El estudio de la arquitectura como materia es tan extensa y reflexiva que estudiarla nos tomaría una cantidad indeterminada de tiempo. Basada en principios subjetivos, tiende a salirse del marco, tiende a conseguir en el estudiante una sensación de gran inmensidad, una carrera con tantos detalles que se hace imposible terminarla en tan solo 5 años de estudio universitario.
Estoy convencido de en tan poco tiempo inmerso en este mundo que esta ha sido una de las más importantes, sino la más importante decisión de toda mi vida. La vocación de servicio al usuario no es algo con lo que se nace, es muy difícil pensar por otros, es muy difícil amanecerse para otros. Tras un largo proceso de aclimatación y naturalización de mi propia mente a fronteras más extensas, aquella en donde lo físico-espacial esta presente en todos y cada uno de mis pensamientos.
He de admitir que el estudio de la arquitectura me parece abrumador, inmersivo, voraz. Creándose en mí un alter-ego, aquel del cual el espacio, pausa y ritmo son sus únicos motivos de ser. Capaz de eliminar toda clase de dolor, sueño, malestar e incluso alejándome de la realidad por completo. Jornadas de más de 15 horas durante días seguidos sin descanso para el logro de algo concreto, un objetivo que no es más que un pequeño paso en todo este proceso.
Tanto como la calidad de diseño, se necesita de una coherencia, de una capacidad de prever todos y cada uno de los detalles que podría o no variar nuestra propuesta. Desde la forma básica a inicios de una idea hasta el ancho del último peldaño de la última escalera. Se necesita mantener la cordura, mantener una propuesta, una forma de vida que solo te incite a la creación. Una necesidad de preocupación por algo aún inexistente y una capacidad para dejarse absorber por esta.
El estudio de la arquitectura tras tan poco tiempo, me ha dado tesón, fuerza y valentía para ir más allá de lo común; más allá de un muro bien construido, una armonía entre lo que deseo y lo que es mejor en cada situación. Ha influido tanto en mi vida, que me veo incapaz de dar un paso atrás a estas alturas. Una noción de la realidad, que antes por más que quisiera, jamás hubiese sido capaz de conseguir.
Estoy convencido de en tan poco tiempo inmerso en este mundo que esta ha sido una de las más importantes, sino la más importante decisión de toda mi vida. La vocación de servicio al usuario no es algo con lo que se nace, es muy difícil pensar por otros, es muy difícil amanecerse para otros. Tras un largo proceso de aclimatación y naturalización de mi propia mente a fronteras más extensas, aquella en donde lo físico-espacial esta presente en todos y cada uno de mis pensamientos.
He de admitir que el estudio de la arquitectura me parece abrumador, inmersivo, voraz. Creándose en mí un alter-ego, aquel del cual el espacio, pausa y ritmo son sus únicos motivos de ser. Capaz de eliminar toda clase de dolor, sueño, malestar e incluso alejándome de la realidad por completo. Jornadas de más de 15 horas durante días seguidos sin descanso para el logro de algo concreto, un objetivo que no es más que un pequeño paso en todo este proceso.
Tanto como la calidad de diseño, se necesita de una coherencia, de una capacidad de prever todos y cada uno de los detalles que podría o no variar nuestra propuesta. Desde la forma básica a inicios de una idea hasta el ancho del último peldaño de la última escalera. Se necesita mantener la cordura, mantener una propuesta, una forma de vida que solo te incite a la creación. Una necesidad de preocupación por algo aún inexistente y una capacidad para dejarse absorber por esta.
El estudio de la arquitectura tras tan poco tiempo, me ha dado tesón, fuerza y valentía para ir más allá de lo común; más allá de un muro bien construido, una armonía entre lo que deseo y lo que es mejor en cada situación. Ha influido tanto en mi vida, que me veo incapaz de dar un paso atrás a estas alturas. Una noción de la realidad, que antes por más que quisiera, jamás hubiese sido capaz de conseguir.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)