miércoles, 4 de julio de 2012

Anciano pensar

Poseedor de una destreza que le dio la oportunidad de salir de aquella cloaca y tener una vida decente. Ausente pensador, que en épocas de guerra contuvo sus instintos y se resignó a una vida honorable. Día tras día con una idea soberana de futuro perfecto, luchando y dejando de vivir por hacer lo correcto. Hábil bebedor de cabeza dura, con increíble fuerza y ganas de vivir. Un cholo, con poca visión de su realidad, con una familia tan pobre como numerosa.

Ser explotado era su don innato. Un roble ingenuo y generoso. Mira la maldad del mundo! Usa tu fuerza! Mata , muévete! ingenuo eres, resignado estas, nada más has de hacer, no con lo poco que tienes.
Esperaba en calma su futuro, tu sangre impetuosa te hervía con el pasar de los años. Agachaste la cabeza y continuaste padeciendo, un sufrimiento que bien merecido tenías, nunca debiste aceptarlo.

Sin embargo llegaste lejos, viejo maestro. A paso lento y con un acostumbrado tropezar, y tropezaste feo, anciano. Sembraste en la mente de cientos, sino de miles, tu forma de ver el mundo. Tontos, ilusos asumieron tu forma de ver la vida y ahora pagan las consecuencias de una vida sana. Los alejaste de la senda que verdaderamente querían cruzar, qué derecho tenías?

Consumías tu desgracia en alcohol, acaso tu único defecto. Asaltaste la juventud de una muchacha, pobre de ella, no sabía que era la felicidad; tú tampoco. Desgraciado eras y lloraste tu descendencia, eso no te lo merecías; pero qué sabe el destino de justicia? Conseguiste un lugar en el mundo, te endeudaste, querías una casa? la tienes. Querías un huerto verdad? lo tienes, lástima que ahora no puedas ver ni uno ni el otro.

Encerrado estas y no solo en 4 paredes, dentro de tu mente tienes una celda aún más pequeña. Acogedora quizá, solo puedo suponerlo. Sofocante, caliente, ahora torpe y senil. Gritas para ser escuchado y no oyes ni tus pasos. Ajeno a tu realidad venerando a un Dios que existe solo en tus alucinaciones. Anciano de risa postiza, nunca te vayas.

No te admiro, pero te respeto. Más aún respeto la mente que encierra tu cuerpo, me intriga, me asusta. No tus creencias, pero sí tus ideas. Ideas que poco a poco has ido desarrollando, que poco a poco has ido cultivando y ahora...olvidando.

Perezoso, necesitas de mi ayuda, me necesitas. No te atrevas a dejarnos, que tu presencia pasará desapercibida pero lo que representas se irá contigo lo sé. El último retazo de familia morirá contigo y tendrás la suerte de no ver eso.

Aprecio tu ánimo al tratar de cultivarme, aprecio que lo hayas intentado. Cuando el momento llegue extrañaré tu mirada dormida, incoherente razonar y sobre todo aquella sonrisa maltratada, de las muchas que he visto, la más sincera. Te alegra verme y a mí me alegra saberlo.








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