martes, 25 de febrero de 2014

Luz, espacio y arquitectura

Tras semanas ya de haber empezado la primera cucharada de lo que será mi vida a partir del momento en que decidí estudiar la carrera, me he dado cuenta de muchas cosas. En el lugar donde el presupuesto es quien dirige todos los movimientos, el diseño deja de ser tan importante. La idea idílica de aquel arquitecto artista dirigiendo los movimientos de la obra cual orquesta, cual sinfonía perfecta, el placer explícito de solo escucharla; se ve tal vez en estos comienzos como algo bastante lejano.

Si algo he tenido que aprender, es que hay ciertas cosas que no se pueden cambiar, que hay ciertos parámetros que acondicionan inevitablemente la obra concebida. Tales sueños de formas originales, entiéndase por original como el concepto de la nueva interpretación de los "orígenes" donde original no viene a ser un simple disparo al vacío, si no una re interpretación de los orígenes.

Existe en todo este conundrum algo que a pesar de toda mi inyección de realidad anteriormente expresada, que me anima a sentir la arquitectura como el arte que siempre pensé llegó a ser. El manejo de la luz a pequeña escala, el detalle mínimo pero visible, aquel cálculo del número de pasos para un mayor confort, la tan sola vista desde un cuarto interior al exterior que puede ser modificado, tal vez no para causar una gran impresión en el habitante ( que puede o no puede nunca darse cuenta de aquellos detalles); pero que están. Están allí, como vigilantes de una idea que gracias a la realidad se vio reducida, pero se mantienen como mástiles, como hitos de aquello que marca la diferencia.

Long story short, dios esta en lo detalles, la arquitectura